Colca es uno de esos lugares que te dejan perplejo. Estamos en la epoca de lluvias en la sierra peruana y las mañanas suelen despertar nubladas, a tal punto que es imposible divisar el rio en lo profundo del cañon.
Practicamente amaneci en el mirador panorámico que esta a unos minutos del pueblo de Cabanaconde, pueblo enclavado en lo alto del cañon y a unas seis horas de la ciudad de Arequipa en los andes del sur del Perú.
A medida que el sol empieza a subir en el horizonte se va despejando el cañon, la bruma empieza a trepar por sus laderas empujada por el viento que ya empiza a soplar, por momentos no vemos más que nubes grises a nuestro alrededor, de pronto de entre ellas aparecen las paredes oscuras del gran cañon que nos muestra pedacitos de esa inmensidad, de ese espiritu de grandeza y de pequeñez que el cañon infunde a los sentidos. Las aves por su parte son una compañia grata en esta espera, sus dulces cantos matutinos y sus alborotadas apariciones nos dejan esa sensacion de estar muy lejos de la ciudad, donde la naturaleza se desenvuelve sin obstaculos y el frio arrecia en cada bruma que pasa, donde la respiración se detiene y las palabras dejan de cobrar sentido alguno, donde cada pedacito de ese todo que aun no se dislumbra nos hace felices...
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